individuación por el juego libre de la experiencia. del concepto metafísico-educacional de nietzsche al concepto socio-político-educacional de john dewey

Resumen

Este artículo busca mostrar cómo, desde una perspectiva actual, Nietzsche y Dewey se complementan en sus conceptos educacionales y ofrecen un valioso marco teórico y filosófico en el camino de la autodeterminación en el contexto social. Aunque no exista ninguna referencia directa a Nietzsche en los trabajos de Dewey, ese “establecer la conexión” parece justificado en tanto Dewey ve una relación íntima entre filosofía y cultura o civilización. Igualmente, es posible suponer que fue a través de la reforma educacional progresista que Dewey tomó contacto con la escala de valores educacional de la individuación según Nietzsche. Sin embargo, de todas maneras hay áreas en las que los pensamientos de Nietzsche y Dewey se sobreponen, en relación con valores centrales, tales como libertad, autonomía o individuación. Ambos se vieron como educadores, y entendieron su misión como ofreciendo apoyo para el desarrollo de sí del individuo y estimularon los jóvenes a pensar por sí mismos. Para ambos es central el valor de la experiencia de cada persona. Esa experiencia, en el marco conceptual del juego libre que integra la razón del cuerpo, lleva a la individuación. En la “experiencia” la tensión entre “lo que es creativo” y “la regla” es superada. Esto está relacionado al hecho de que la experiencia es caracterizada tanto por una perspectiva activa y creativa, cuanto por una perspectiva pasiva y receptiva, en la cual la acción de cada persona es puesta en relación con el cambio que resulta de ella. Esto lleva al reconocimiento de la regla presupuesta. Por lo tanto, la experiencia, la reflexión sobre lo que fue experimentado, conduce a un crecimiento de la libertad, como notado por Dewey, quien afirma la estrecha relación entre libertad y aprendizaje. Para Nietzsche y Dewey, al contrario de sus contemporáneos, el cuerpo juega un importante papel en eso, como portador de informaciones. Ambos consideran que sólo podemos abrir nuestra inteligencia en una manera verdaderamente productiva cuando encontramos nuestro camino de vuelta a nuestro ser físico. Una vez que la reflexión sobre la experiencia presupone la autoreflexión, se otorga un gran peso al “recogerse en sí mismo”, el auto-cultivo y el desarrollo de una libertad interior. Para Dewey, esa fase debe corresponderse con intensas dimensiones sociales. Una actitud libre sólo puede ser desarrollada cuando se da al individuo espacio apropiado para la investigación y experimentación. Ese espacio libre se encuentra en el juego. El niño que juega sirve como metáfora para la vida en su máxima realización, que hace posible la preocupación por el otro. “El encanto por lo dionisíaco” nietzscheano, que reconcilia a los humanos entre sí, es comparado aquí con el “modo de vida” democrático de los ciudadanos deweyanos, los individuos libres e iguales. Ese camino, según Nietzsche, comienza con el joven. Dewey lo pone en práctica en las escuelas.