dar voz a los que no la tienen: montaigne y rancière, por la emancipación educativa y filosófica

Resumen

La enseñanza se concibe a menudo en términos de reparto de lugares, papeles y estatus: beneficiándose de la legitimidad y el reconocimiento del marco institucional, el profesor se afirma en la postura del erudito, mientras que el alumno se desliza hacia la del ignorante, y los excluidos quedan fuera de los lugares del saber. «Liberar el escenario real del discurso» no significa simplemente darles voz, sino desdibujar la división de los lugares, liberar la palabra y los cuerpos de los que nada pudieron decir al respecto. La emancipación consiste en apoyarse en las capacidades prácticas de cada individuo para comprometer su inteligencia y ponerla a trabajar. Este es el supuesto que ha sido experimentado y confirmado en mi enseñanza. Es en términos de igualdad de las inteligencias, según la expresión de Rancière, cómo hay que pensar en la integración de los que no son escuchados, no porque no tengan nada que decir, sino porque nunca se les ha dado un lugar para hablar. Los campos de experiencia restringidos que son los talleres o los proyectos de colaboración tienen la virtud de abrir poco a poco el espacio de una comunidad de iguales.