metodología filosófica y matematización de la pedagogía

Resumen

Este trabajo remonta la genealogía de una extensa controversia que abarca la filosofía occidental acerca de si las metodologías filosóficas y matemáticas son iguales pero separadas y acercamientos distintos a la investigación racional, o si una es superior a la otra del punto de vista de la epistemología, y, en última instancia, una pedagogía que apoya y promueve el pensamiento conceptual y crítico. Con el profesor socrático en mente, la metodología filosófica, vista por Platón como proceso dialéctico de investigación libre de clasificaciones, lo obligó a que distinguiera el trabajo de filosofía del de matemática, puesto que la metodología filosófica no podría funcionar a menos que estuvo liberada de los apremios contenidos en un sistema construido sobre axiomas, proposiciones, e imágenes. En su diálogo Menón, la demostración pedagógica de Sócrates, apoyada por la capacidad única de la matemática de proporcionar un cierre epistemológico, presagió una grieta de crecimiento lento entre la filosofía y la matemática, que llegó a su punto más alto con el racionalismo de Descartes, en el siglo XVII. En el trabajo de Descartes sobre la metodología, la matemática, eliminando los parloteos aparentemente poco concluyentes de la filosofía, se convirtió en el camino supremo al conocimiento. La filosofía, a partir de allí, tuvo que luchar para su vida, mientras que la pedagogía, buscando cada vez más “la completitud” a través de la formalización, se movió irónicamente hacia una fragmentación y un reduccionismo que una metodología cartesiana matematizada dio sustento. Las divisiones del currículo resultantes fueron presagiadas en los escritos y la metodología de Descartes; el aislamiento del aprendiz individual de la comunidad más amplia de discurso fue apoyado por el “cogito” de Descartes. Se sugiere aquí que es posible un acercamiento pedagógico a la enseñanza de la matemática, que se extiende más allá de las limitaciones de la metodología de la “solución única” utilizada en el Menón. Este acercamiento permite que la pedagogía extienda el uso socrático del pensamiento dialéctico incluso a la esfera de lo apodíctico. Esto sugiere que una alternativa al racionalismo monístico de la metodología matematizada de Descartes es posible para la pedagogía en general, toda vez que ella pone en juego nuevamente lo que Descartes encontró sacrificable, esto es, la propia filosofía dialéctica, la investigación dialógica, la historia, la literatura, y las artes. Si Sócrates, quien llegó a la filosofía sobre todo como un profesor fascinado por las paradojas intelectuales, hubiera explorado, en el Menón, la posibilidad pedagógica de un acercamiento dialéctico a la matemática, su trabajo más amplio en la pedagogía dialéctica pudo haber estado menos centrado en el profesor, a pesar de su “ignorancia irónica”; y dada su significación histórica como el profesor más celebrado de la cultura occidental, la pedagogía moderna se podría haber visto menos abrumada por el impulso cartesiano hacia soluciones “únicas”, mecanizadas y reduccionistas, y hacia la enseñanza y el pensamiento no comunitarios.