[Español] Llamada de trabajos

2020-12-26

Vol. 10, N. 2 (2021)

Dossier “Fenomenología y hermenéutica en América Latina”

 

Envíos hasta el 15/06/2021

Se aceptan artículos y reseñas solamente en portugués o en español.

 

Ekstasis: Revista de Hermenéutica y Fenomenología publica la convocatoria de trabajos para seleccionar artículos inéditos y reseñas para el próximo número.

 

Uno de los múltiples desarrollos del marco hermenéutico y fenomenológico en la época contemporánea es la idea de que el lugar constituye, tanto como el tiempo, el punto de partida de una investigación filosófica. Tomar la espacialidad como referencia en el proceso de describir los fenómenos es darse cuenta de que la experiencia concreta de existir no es universal, ni esencialista.

Las demandas existenciales determinan la forma en que la tradición filosófica es recibida, apropiada y llevada adelante. En este sentido, todo mensaje transmitido sufre modificaciones porque el proceso de reapropiación de temas y problemas está marcado por la heterogeneidad que constituye la multiplicidad de experiencias. Pensar en una hermenéutica topológica como una forma de validar el lugar original de la experiencia como determinante de los procesos fenomenológicos de las cosas en general es reconocer que la verdad de una tradición es sustancialmente histórica. Esto se debe a que la historia de un grupo está constituida por la situación concreta en la que ese mismo grupo se encuentra.

Es en el encontrarse de la disposición histórica donde se produce la reapropiación y transmisión de una tradición, ya que sólo el carácter dinámico, vivo y activo de la historia puede hacer frente a la realización de una investigación filosófica, sin apoyarse en dogmatismos, en certezas absolutas y, en consecuencia, en el estancamiento hermenéutico que haría inviable el propio filosofar.

En sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal (Tecnos, 2005, p. 93), Hegel nos dice que “la filosofía de la historia no es otra cosa que la consideración pensante de la historia; y nosotros no podemos dejar de pensar, en ningún momento”. Posteriormente (2005, p. 101), el filósofo nos dice que “el punto de vista de la historia universal filosófica no es, por tanto, un punto de vista obtenido por abstracción de otros muchos puntos de vista generales y prescindiendo de los demás. Su principio espiritual es la totalidad de los puntos de vista. Considera el principio concreto y espiritual de los pueblos y su historia, y no se ocupa de las situaciones particulares, sino de un pensamiento universal, que se prolonga por el conjunto”.

Lo que tenemos en mente al evocar a Hegel es precisamente cuestionar la pretensión de universalidad del hacer filosófico situado en el ámbito de las epistemologías europeas. El hacer filosófico, la práctica de la filosofía - filosofar - esto, sí, es universal, porque el pensamiento mantiene un potencial revolucionario dondequiera que esté. Si la actitud filosófica, por tanto, es mucho más que la mera reproducción del contenido histórico sobre los pensadores y sus respectivos sistemas o caminos filosóficos, la filosofía debe ocuparse de lo que se transmite, reapropia y lleva adelante década tras década, siglo tras siglo, a través de las mismas preguntas que dieron lugar al despertar de la filosofía en su período presocrático. Esta es la universalidad que caracteriza el concepto de filosofía aquí en juego: el movimiento de reapropiación y la fuerza del pensamiento capaz de vincular a diferentes pueblos, naciones, regiones, etc. Por otro lado, una filosofía marcada por la presencia de la historicidad requiere considerar como verdadera la experiencia de filosofar basada en principios concretos, capaz de transmutar la experiencia de la vida fáctica de nuevas formas, nunca exploradas por quienes previamente delimitaron el terreno para que el sendero era lo suficientemente seguro.

Basta caminar, sin embargo, para darse cuenta de que todos los senderos tienen un final, ya que cruzar un camino abierto requiere ir del punto “a” al punto “b”, sin mayores novedades. ¿Cómo, entonces, mantener viva la fuerza dinámica de un pensamiento si no es abriendo nuevas direcciones, nuevos caminos, nuevas encrucijadas? Una filosofía restringida a la demarcación de un lugar, ¿no estaría invariablemente condenada a perder su fuerza histórica y su potencial vinculante que atraviesa tiempos y lugares, motivando enfrentamientos y nuevos descubrimientos?

Es en este sentido que el dossier “Fenomenología y hermenéutica en América Latina” busca enfatizar la importancia del lugar en el proceso de reapropiación y renovación de la práctica filosófica. Pensar en la importancia del marco hermenéutico y fenomenológico en América Latina es reafirmar que las epistemologías del sur global son nuevos caminos abiertos por una tradición de pensamiento, no meras repeticiones circulares de caminos ya recorridos. Lo que se hace en América Latina - o en cualquier otro registro filosófico no eurocéntrico - es también filosofía, con toda la universalidad que tiene este término. En este sentido, no se trata de constatar cómo se reciben las epistemologías europeas en el Nuevo Mundo, sino de demarcar la posibilidad - concreta y presente - de estructurar la práctica filosófica a partir de nuestras propias demandas, tomando como referencia la experiencia concreta de nuestro existe. Dicho esto, concluimos que el punto de partida en juego aquí es la constatación de que existe la fenomenología y la hermenéutica en América Latina y que estas no se limitan a la recepción o reproducción de otros conocimientos, sino que consisten en la manifestación misma del pensamiento a lo largo de toda su envergadura.